21/04/2020 Autor: Dra. Maricela Ríos Castillo

Canales de Venecia transparentes, peces, aves, jabalíes, zorros y pumas se pasean por ciudades vacías. Delfines se acercan a las costas, cardúmenes reclaman su espacio en las playas y ríos, cielos cada vez más claros y libres de contaminantes, un mundo cada vez más sano. Pero ¿producto de qué política pública, de qué tipo de estrategia o tecnología productiva?, ¿acaso finalmente los seres humanos han cambiado su modo de vida y nivel de consumo?, ¿los países han implementado nuevos esquemas de protección al medio ambiente?, ¿Finalmente alcanzamos la conciencia de que vivimos dentro de un sistema natural interrelacionado, donde todo lo bueno y malo que hacemos tiene consecuencias mundiales y sobre todos los sistemas naturales?

La respuesta a todas estas preguntas es clara y contundente: NO. El ser humano no ha aprendido a vivir sin lastimar al medio ambiente que le rodea, no ha modificado su modo de vida, consumo o producción, no ha generado ninguna conciencia social o ambiental, NO. Al contrario la humanidad se ha visto azotada por el único enemigo que no puede anticipar, al que no puede amedrentar con sanciones económicas o políticas y al que definitivamente no puede matar ni con los millones de arsenales militares que ha creado.

Estamos bajo el ataque de un virus, de un agente infeccioso que está en el límite de lo que consideramos un organismo vivo. (NIH,2020) Un agente que viene a establecer un balance natural, y una nueva realidad de vida para nosotros los humanos.

Múltiples son las películas de ciencia ficción que describen escenarios como los que estamos viviendo actualmente, en donde el sistema social está al borde del quiebre, las economías internacionales colapsadas y los sistemas políticos sometidos a juicio por su negligencia. Desgraciadamente, la realidad ha rebasado por mucho a la ficción, escuchamos historias de terror provenientes de Wuhan China (el supuesto epicentro de la pandemia que hoy padecemos), imaginamos escenas de muerte y desolación, y las imaginamos porque afortunadamente hay países que todavía no las hemos padecido, mismos que nos encomendamos a todas nuestras fuentes de creencias para evitar que suceda.

Historias también desgarradoras han llegado desde Italia, España, Estados Unidos y Francia, todas coinciden en una sola cosa: el virus no discrimina, pues no distingue edad, género, creencias políticas o religiosas, estatus económico y no conoce barreras más que la que los seres humanos finalmente impongan como organismos vivos portadores o no del mismo.

Estamos ante una de las más grandes pandemias padecidas en la historia de la humanidad, el enemigo mortal, un nuevo coronavirus detectado inicialmente en Wuhan, China a mediados de noviembre de 2019 y del cual apenas se está obteniendo información a través de los múltiples estudios que se están llevando a cabo en países como China, Inglaterra, Alemania, Francia, Estados Unidos, entre otros.  Producto de estas investigaciones se ha concordado que la tasa estimada de contagio (factor R0) es de 1.4 a 2.5, aunque otros estudios han indicado rangos entre 2 y 3. Esto quiere decir, que por cada persona infectada puede a su vez transmitir el virus a 2 o tres personas más, y así éstas, con lo que se desarrolla una infección de características exponenciales. Así mismo, se ha detectado personas infectadas que han tenido la carga viral para contagiar hasta 16 personas, por lo que se les denomina como “supercontagiadores”. (WHO, 2020a)

En cuanto a la letalidad del virus, los datos estudiados indican una tasa de mortalidad de alrededor del 2.4%, la cual puede ser mayor o menor dependiendo el comportamiento de la pandemia en el resto de los países, a ciencia cierta la estimación final solo se podrá calcular al final de la pandemia. Por otro lado, un estudio hecho en China con 72 pacientes detectó que la enfermedad es leve para el 81% de los pacientes, 14% presentan síntomas de moderados a graves, y un 4 a 5% se consideran en estado crítico, de los cuales alrededor de un 2% fallecen. (WHO, 2020ª)


Los coronavirus pertenecen a la familia de virus RNA monocatenarios, se les conoce también como virus zoonóticos, llamados así por su transmisión de animales a humanos. Éstos se han presentado en camellos, vacas, gatos, aves y murciélagos. Ocasionando enfermedades respiratorias agudas, hepáticas, entercas y neurológicas. Siendo los más conocidos: Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) en donde el virus se transmitió de un camello- humano, el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS-CoV) con una transmisión murciélago-humano, y el ahora conocido como Síndrome Respiratorio Agudo Severo-neumonía grave por COVID-19 (SARS-CoV2), el cual se presume también se transmitió por murciélago, no obstante existen diversas teorías sobre su origen, siendo una de estas el animal conocido como Pangolin, sin que se haya comprobado o descartado. (Arranz Izquierdo, J. Y Molero J.M, 2020)

Los brotes previos por coronavirus se vivieron en: 2002 con el surgimiento del SARS-CoV en China, teniendo una extensión de 26 países y un total de 8098 casos, y 774 fallecidos. (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, 2019) En 2012, se presentó el MERS-CoV en Arabia Saudita, con extensión a 27 países, 2519 casos y 866 fallecidos. (WHO, 2020) A la fecha, el SARS-CoV2 detectado originalmente en Wuhan China, con una extensión de 192 países, más de 780,598 casos y más de 37,552 fallecidos. (Worldometer, 2020)

De esta manera, el 30 de enero de 2020 el Comité de Emergencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS/WHO) siendo las 21.10 de la noche en Ginebra, declaró de manera oficial la “Emergencia Internacional por el brote del Coronavirus 2019-nCoV”. (Güel, O., 2020) Tomaba la palabra el Director de la Organización el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, señalando:


”Se espera que una mayor exportación internacional de casos pueda aparecer en cualquier país. Por lo tanto, todos los países deben estar preparados para la contención, incluida la vigilancia activa, la detección temprana, el aislamiento y el manejo de casos, el rastreo de contactos y la prevención de la propagación de la infección por 2019-nCoV, y compartir datos completos con la OMS". (OMS/OPS, 2020)


Sin embargo, desde el 16 de enero de 2020, se había distribuido ya, el reporte conocido como “Alerta Epidemiológica Nuevo coronavirus (nCoV) 16 de enero de 2020” (OPS/OMS,2020). En éste, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS/WHO), recomendaron a sus Estados Miembros que garantizaran a sus trabajadores de la salud, el acceso a la información actualizada sobre la enfermedad que a continuación el reporte describiría. Así como la capacitación en los procedimientos y datos clínicos relevantes para establecer un cercado epidemiológico que permitiera identificar elementos de riesgo en las distintas naciones.

Así, el resumen de la situación de dicho reporte de Alerta Epidemiológica comienza describiendo una parte de la historia de la detección del nuevo coronavirus en China.


“El 31 de diciembre de 2019, las autoridades de la ciudad de Wuhan en la provincia de Hubei, China, reportaron un conglomerado de 27 casos de síndrome respiratorio agudo de etiología desconocida entre personas vinculadas a un mercado húmedo (de productos marinos) en la ciudad de Wuhan (población de 19 millones), capital de la provincia de Hubei (población de 58 millones), sureste de China; de los cuales 7 fueron reportados como severos”. (OPS/OMS, 2020)

El 16 de enero de 2020 la OMS comunica al mundo del surgimiento de un patógeno que causaba una severa enfermedad respiratoria, como lo señala la Redacción de la BBC (2020):

“Este virus fue incluido dentro de la categoría taxonómica de los Coronaviridae, CoV, o Coronavirus, llamado así por las extensiones que lleva encima de su núcleo que se asemejan a la corona solar. Su descubrimiento fue revelado en la revista Nature en 1968.”

Un nuevo virus de la cepa coronavirus (nCoV) está al acecho y los seres humanos somos sus presas. El reporte de la OPS/OMS indica que el 12 de enero de 2020, se tenían registrados 41 casos positivos nCoV, de los cuales siete estaban gravemente enfermos. Poco se conoce sobre el origen del brote, siendo que se indicaba que la aparición de los síntomas de los 41 infectados variaban desde el 8 de diciembre de 2019 al 2 de enero 2020. (OPS/OMS,2020) Indicando la posibilidad de que la forma de transmisión del virus de humano a humano, pudiera haber iniciado desde mediados de noviembre del 2019, bajo la mirada ciega de las autoridades sanitarias chinas.

En relación con lo anterior, el artículo del 13 de marzo de 2020 escrito por la periodista Josephine Ma (2020), del periódico South China Morning Post señalaba que: “el primer caso de alguien en China que sufre de Covid-19, la enfermedad causada por el nuevo coronavirus, se remonta al 17 de noviembre, según datos del gobierno”. Siendo éste, un hombre de 55 años de edad y ciudadano de la provincia de Hubei, quien pudo haber sido la primer persona en contraer la enfermedad ahora conocida como COVID-19 (nombrada de esta manera el 11 de febrero de 2020 por la OMS), causada por el entonces llamado nuevo coronavirus (nCoV-19), renombrado también el 11 de febrero de 2020 por el  Comité Internacional de Taxonomía de Virus (International Committee on Taxonomy of Viruses, ICTV) como SARS-CoV–2. (BBC, 2020)

Según Ma Josephine (2020), una vez identificado el primer caso el 17 de noviembre de 2019, se observó que:
 A partir de esa fecha, se informaron de uno a cinco casos nuevos cada día. Para el 15 de diciembre, el número total de infecciones era de 27 (el primer aumento diario de dos dígitos se informó el 17 de diciembre) y para el 20 de diciembre, el número total de casos confirmados había llegado a 60, y para el último día de 2019, el número de casos confirmados había aumentado a 266, el primer día de 2020 se situó en 381.

Es de llamar la atención, que la información anterior se ocultó por parte de las autoridades chinas, hasta que la OMS inició formalmente su investigación epidemiológica en suelo chino. De este modo, el acceso a la información más reciente que se tenía, era la publicada por el Wall Street Journal, el Washington Post, y el South China Morning Post, quienes pudieron identificar el 10 de diciembre de 2019 un caso considerado como de los primeros, Wei Guixian, un comerciante del mercado de HuaNan, que empezaba a mostrar síntomas de la enfermedad, convirtiéndose posteriormente en uno de los primeros pacientes confirmados con el nuevo coronavirus. Según Jeremy Page, Wenxin Fan y Natasha Khan (2020), no fue sino hasta ocho días después que Wei Guixian ingresa al hospital, apenas consciente y con la enfermedad totalmente desarrollada, una neumonía atípica severa.

Los rumores sobre una enfermedad cuyos síntomas eran semejantes a los de una gripa, y cuya complicación causaba una neumonía severa afectando ambos pulmones, empezaban a incrementarse entre la población médica de Wuhan. La información era compartida por las redes sociales (Weibo y WeChat), tratando de alertar a la población sobre la posibilidad de un nuevo virus similar al virus que ocasiona el Síndrome Respiratorio Severo Agudo (SARS).

El 24 de diciembre distintos hospitales comienzan a enviar a laboratorios genómicos muestras de pacientes infectados con esta extraña enfermedad, con el objetivo de detectar que era esto que los estaba enfermando. Es cuando, un laboratorista comunica a las autoridades sobre la recepción de múltiples muestras provenientes de Wuhan, en donde identificaba una nueva cepa de coronavirus con un 87 por ciento de similitud con el virus que ocasionaba el SARS. (Shih Gerry, Rauhala Emily y H. Sun Lena, 2020)

Así el 27 de diciembre los ejecutivos del laboratorio solicitan una reunión urgente con el Consejo Sanitario de Wuhan y la Administración del Hospital General de Wuhan. En ella, los técnicos mostraron diversas imágenes de los resultados de laboratorio, así como las conclusiones del técnico que lo detectó. Parecía que a pesar de que algunos laboratorios recibieron la orden de destruir las muestras, ya no había más espacio para seguir restando importancia al brote que se estaba presentando en la localidad de Wuhan.


El 30 de diciembre Ai Fen, una Directiva del Wuhan Central Hospital, publica en la red social WeChat acerca de este nuevo virus, los pacientes estaban llegando y se desconocía el origen de la enfermedad. Inmediatamente fue reprimida y regañada por publicar información “falsa”.

Posteriormente, el mundo conoció la historia del Doctor Li Wenliang, quién durante el mes de diciembre de 2019, trabajando en Wuhan China, detectó siete casos de un virus que provocaba una neumonía atípica parecida al SARS, y trazaba el origen de los casos al mercado de pescados y mariscos Huanan en Wuhan. Indicando que había tenido que colocar a los pacientes detectados en cuarentena y el 30 de diciembre del mismo año, se comunica vía chat con sus colegas médicos para advertirles de un posible brote de un virus similar al SARS, que ocasionaba una neumonía atípica y de alto contagio. Así mismo, recomendaba la utilización de equipo personal de protección (PPE) para evitar contagiarse. (Hegarty,S.,2020)

Lo que nunca hubiera imaginado el doctor Li, es que acababa de identificar no sólo una nueva cepa de coronavirus, sino que se convertiría en uno de los primeros testigos del virus que cambiaría para siempre la forma de vida que la humanidad estaba llevando hasta el 30 de diciembre del 2019.

El mismo 30 de diciembre, teniendo una presión en aumento, tanto por los médicos, como por los casos que se iban presentando, Bethany Allen-Ebrahimian (2020) detalla que la Comisión de Salud de Wuhan notifica a los hospitales, sobre la presencia de una “neumonía de causa desconocida” y ordena iniciar con el reporte oficial de cualquier información. Es importante agregar que, en esta notificación, la Comisión omitió indicar cualquier relación con el SARS o coronavirus, exponiendo gravemente a su personal de salud.

Debido a la solicitud de la Comisión de Salud de Wuhan sobre reportar cualquier caso relacionado con esta neumonía atípica, el 31 de diciembre se recibe la confirmación de 27 casos de esta enfermedad y se le relaciona al mercado Huanan que se había estado mencionando en los reportes previos. Finalmente, la OMS recibe el 31 de diciembre de 2019, el aviso por parte de las autoridades chinas, los casos existentes de una neumonía atípica en Wuhan y la sospecha de transmisión de humano a humano. La OMS envía una serie de preguntas sobre el nuevo brote, pero se toparía con una batalla interna en China, entre el informar a la población y ocultar la información que dañe al partido comunista. (Shih Gerry, Rauhala Emily y H. Sun Lena, 2020)

Es de llamar la atención, cómo el factor político en China condenó al mundo al padecimiento de una pandemia. Priorizaron la necesidad de suprimir y controlar la información que era compartida entre sus ciudadanos, en lugar de lo que ha sido hasta la fecha, uno de los problemas sanitarios internacionales de mayor impacto en las últimas décadas y el que mayores pérdidas económicas ha generado. De haber permitido la divulgación de la información entre el personal médico y las autoridades sanitarias, habrían identificado el brote inicial y probablemente hubieran podido detener lo que hoy es una pandemia.

De este modo, en un esfuerzo desesperado y finalmente dando seguimiento a la información que se mantuvo oculta, las autoridades de Wuhan clausuran el mercado de Huanan el 1 de enero de 2020, con el objetivo de sanitizarlo, eliminando con esto, las posibles evidencias que ayudarían al equipo epidemiológico a trazar el origen del brote y, tal vez encontrar rastros del virus original. Lo anterior, demuestra la desorganización y falta de comunicación existente entre las autoridades locales y las autoridades sanitarias de China.

La presión que el doctor Li Wenliang, y Ai Fen generaron sobre las autoridades sanitarias, no acabarían nada bien para ambos, ya que cuatro días más tarde, los funcionarios de la Oficina de Seguridad Pública de Hubei, acudirían a sus puesto de trabajo para confrontarlos y acusarlos de “hacer comentarios falsos”,  que buscaban perturbar severamente el orden social. De esta manera, fueron advertidos que, de continuar divulgando información sobre el brote infeccioso, serían llevados ante la justicia. A pesar de este intento de la autoridad de Hubei, por acallar la detección de una enfermedad de características alarmantes, el doctor Li publica a finales de enero en la red social Weibo una copia del diagnóstico de coronavirus para uno de los pacientes por él detectados. (Hegarty,S.,2020)

Así, por un lado, las autoridades estaban más preocupadas porque se llevaran a cabo las festividades del año nuevo lunar chino sin ningún contratiempo, y por otro, el nuevo coronavirus continuaba con su expansión silente. De esta manera, las autoridades sanitarias de Wuhan durante las primeras semanas de enero, establecían sin conocimiento alguno que sólo aquellas personas que hubieran entrado en contacto con los animales infectados del mercado, eran los únicos que contraerían el virus. Nada más lejos de la realidad.

Una realidad que alcanzó al mismo doctor Li, ya que días posteriores a la visita de las autoridades de salud, atendió en el hospital a una mujer que padecía de glaucoma, sin saber que ella estaba infectada con este virus que él había detectado. Convirtiéndose así, en una más de las personas infectadas por el nuevo coronavirus denominado hasta ese entonces como 2019-nCoV. (Hegarty,S.,2020)

Días posteriores a la consulta de la señora, el doctor Li publica en la red Weibo, que desde el 10 de enero de 2020 empezó a toser, al día siguiente entró en un cuadro de fiebre, y dos días después requiere hospitalización por una disminución importante en su capacidad respiratoria. Comenta también que sus padres fueron infectados y trasladados igualmente al hospital. (Hegarty,S.,2020)

A esas alturas, el brote era imposible de ocultar, pero no de detener, la decisión se centraba en suspender las festividades nacionales del año nuevo lunar Chino, o continuar con ellas a pesar del riesgo de contagio. Este momento, quedará grabado en la mente de las autoridades chinas que dieron preferencia al aspecto económico y de tradición social, que al aspecto de salubridad nacional e internacional. Al no detener las festividades, no permitir que el flujo de información llegara de manera pronta a las autoridades centrales e internacionales, ocasionaron que el nuevo coronavirus colisionara de frente a una de las mayores tradiciones del país más poblado del mundo, y desatara una de las peores tragedias en la historia de la humanidad.

La importancia de estas festividades como pieza clave de la aceleración de la propagación del nuevo coronavirus no sólo a nivel nacional al interior de China, sino a nivel mundial, radica en que dicha festividad convoca a la mayor migración del mundo y la concentra en un sólo país, China. Se estimó que durante el “chunyun” (temporada de viajes del festival de primavera que coincide con el año nuevo lunar) de enero de 2020, ocasionó más de tres mil millones de viajes durante el periodo comprendido del 9 de enero al 18 de febrero. (CNN Español, 2020)

Teniendo en cuenta que el 10 de enero el Dr. Li Wenliang, comunicaba en Weibo del inicio de sus síntomas, en un intento por alertar nuevamente a sus colegas y a las personas, sobre la aparición de un virus respiratorio que tenía la capacidad de colocar a una persona sana y joven, en admisión hospitalaria. Las festividades del “Chunyun” eran dadas como iniciadas en todo el territorio nacional, y en Hubei todo parecía transcurrir con “normalidad”.

Sin embargo, ¿qué sabía el presidente Xi Jinping sobre la epidemia que empezaba a establecerse en la provincia de Hubei? Según declaraciones por él mismo, el 7 de enero de 2020 en una reunión con el Comité Permanente del Politburó del Partido Comunista, se aborda la identificación de un virus que había causado el contagio de decenas de personas, mostrando una neumonía atípica de rápida evolución. Es allí cuando Xi Jinping ordena la contención del brote, mismo mandamiento que es anulado por las autoridades de Hubei quienes estaban más interesadas en continuar con las festividades. (Vidal,L. M., 2020)

Es así como la civilización humana de más de 7,774 millones de personas, cae de rodillas ante los pies de un micro-organismo de no más de 5nm de tamaño. Todo gracias a omisiones, miedos, avaricias, narcisismos, incapacidades, irresponsabilidades, entre otros. Lo descrito en las páginas previas, es una mera crónica de la nueva realidad que estamos viviendo hoy en día. Una realidad en donde ya no existe más el Doctor Li, donde los festejos cedieron su lugar al desconsuelo de las pérdidas, a los duelos. Una realidad donde los grandes capitales dejaron de acumular riquezas y empezaron a acumular pérdidas y quiebra. Una realidad donde el rico enferma igual que el pobre y el país rico mide su riqueza en muertos por día.

Ahora, el virus esta en todos lados, al igual que nuestros temores, ¿se contagiará algún familiar o amigo cercano?, ¿cómo será su convalecencia?, ¿sobrevivirá?, ¿sobreviviré al virus cuando me contagié?, ¿algún día se encontrará la cura?, ¿cómo será el nuevo “normal” de mañana?, ¿seguirá el sistema económico tal cual lo conocemos?, ¿habrá nuevos brotes o mutará el virus a uno más letal?, en fin, cuestionamientos que todos nos hacemos y cuyas respuestas no siempre quieren ser encontradas. Sin embargo, la pregunta fundamental que yace en el fondo de nuestras mentes es: ¿Cuál de todos los días previos, al anuncio oficial de alerta internacional y de pandemia, fue “el día que lo cambió todo”?, la verdad es que NUNCA LO SABREMOS.