La historia del pan de muerto tiene origen desde la época precolombina, en donde los aztecas, para dar una ofrenda a sus dioses, arrancaban el corazón de una doncella, para posteriormente meterlo en una vasija llena de amaranto, y que de esta forma el oficial de la ceremonia comiera una parte del corazón.
Así mismo, con la sangre derramada se hacía un pan usando el amaranto molido y tostado.
Hay que destacar que este era uno de los sacrificios más significativos para esta cultura, quienes se destacaban por sus característicos rituales.
Fue durante la conquista de los españoles, que el peculiar postre fue transformado a una receta más parecida a la que se usa actualmente, harina de trigo en forma de corazón espolvoreado con azúcar tintada de color rojo.
Con el paso del tiempo, este alimento sagrado fue evolucionando hasta lo que se conoce hoy en día, ahora se prepara con un pan hecho a base de harina de fuerza, azúcar, mantequilla, agua de azahar, levadura fresca, ralladura de naranja, leche entera y una cucharada de sal.
El pan de muerto es un postre que contiene un significado muy espiritual, desde su forma circular que simboliza el ciclo de la vida y la muerte, hasta las cuatro canelillas que hacen alusión a los huesos de los difuntos, además de que goza con una fama mundial gracias a lo delicioso que es.